viernes, 5 de septiembre de 2025

el contacto que transforma

El contacto que transforma, ese poder sutil de reconectar con uno mismo y con otros, es una necesidad vital. A veces lo pensamos solo como un abrazo o una caricia, pero también puede manifiestarse en una palabra amable, en una escucha atenta o en la simple presencia de alguien que camina a nuestro lado.

El otro día, mientras estudiaba, me quedó grabado un texto que hablaba de la importancia del contacto en un sentido amplio. No solamente físico, como son los abrazos o las caricias, sino también como contención emocional: la palabra que alivia, la escucha que acompaña, la mirada que sostiene.

En este sentido, podemos decir que los beneficios que se encuentran en el poder del contacto son múltiples y repercuten no solamente a nivel físico, sino también en lo emocional y social:

regula el sistema nervioso: un abrazo profundo estimula el nervio vago y favorece la relajación, nos alivia y hace sentir ese "todo va estar bien". 
libera oxitocinala llamada "hormona del bienestar", que permite reducir el estrés y fortalecer el sistema inmune.
aporta calma y descansoel contacto cercano puede disminuir la presión arterial y favorecer un sueño reparador.
es vital desde el nacimientoen bebés, el contacto piel con piel favorece el desarrollo neurológico, la seguridad y la regulación emocional.
fortalece los vínculossentirnos escuchados y abrazados, refuerza la confianza y la sensación de pertenencia.
reduce la idea de sentirnos solos: la presencia cercana, sea física o no, a través de la escucha o la palabra, nos recuerda que no estamos solos en el camino.
aumenta la autoestimasabernos valorados desde la palabra o el gesto, nos ayuda a sentir que somos merecedores de amor.
es un puente hacia la empatíaescuchar sin interrumpir, contener sin juzgar, acompañar sin comparar.

En lo cotidiano, tal vez recuerdes la calma que trae un abrazo cuando sentís miedo, o la paz de saber que alguien, te escucha sin necesidad de darte soluciones. Ese tipo de contacto se convierte en una especie de medicina invisible, que produce un impacto profundo en nuestro bienestar.

Por otro lado, el contacto también nos invita a volver a nosotros mismos. A veces creemos que solo se trata de estar con los demás, pero la verdadera raíz está en cómo nos relacionamos con nuestro propio interior. Conectar y escuchar nuestro cuerpo, detenernos a respirar de manera consciente, darnos una palabra amable en momentos de dificultad… todo eso también es contacto.
Cuando nos reconectamos con nosotros mismos, podemos abrirnos de manera más auténtica al encuentro con otros. Estar presentes, compartir desde la calma y sentir que el vínculo se convierte en sostén. 

Es así que el contacto - en cualquiera de sus formas - se vuelve un recordatorio de que la vida se teje en la unión: con nuestro ser, con los demás, con el camino que transitamos. A veces, lo que necesitamos es simplemente que alguien camine a nuestro lado... sin decirnos que vamos lento. Nos enseñaron a vivir acelerados, a creer que si no avanzamos rápido, estamos fallando… pero la verdad es que cada uno tiene su propio ritmo y no pasa nada si el tuyo es distinto.

El contacto - ya sea un abrazo, una palabra o una presencia silenciosa - nos recuerda que no se trata de correr para llegar, sino de sentirnos acompañados mientras descubrimos el camino.

" El encuentro de dos personas es como el contacto
  de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción,
ambas se transforman."
  Carl Jung

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