Suena fácil decirlo o llevarlo a la práctica en medio de una sociedad donde lo que sigue prevaleciendo es estar conectados en todo momento, haciendo cosas, escuchando música, rodeados de gente, de ruidos, entre otras distracciones.
Si bien, somos seres sociales y es hermoso poder conectar y compartir con otros, siento que en lo cotidiano a veces nos perdemos de algo tan simple como es el silencio... en medio de las dinámicas en las que entramos al llevar a cabo nuestros trabajos, actividades o responsabilidades/compromisos laborales y sociales.
En este sentido, es inevitable que aparezca entre mis pensamientos una frase que alguna vez leí por ahí y resonó tan cierto: ¿cuándo dejaste de sentirte cómodo en el dulce espacio del silencio? una pregunta que me lleva a reflexionar por qué a algunas personas les cuesta lograr conectar con algo tan simple y a la vez, sublime. Recuerdo en mi juventud a un profesor que para que dejemos de hablar en clase, nos decía e invitaba a lo siguiente: "escuchen el silencio" y mágicamente, todos nos callábamos.
A decir verdad siempre fui una persona muy activa, no sabía estar sin hacer nada y supongo que venía de mandatos sociales donde debemos estar siempre haciendo algo, produciendo o bien, porque sigue estando bastante vigente no ser bien visto, el hecho de no hacer nada. Pero bueno, las circunstancias de la vida me han llevado a poder conectar con esos instantes, a encontrar esos espacios de silencio y simplemente hacer nada y contemplar. Con el paso del tiempo, aprendí a priorizar, a cuidar esos espacios porque logré descubrir que son como un reseteo necesario en medio de lo cotidiano... algo que me conduce a una expresión italiana o, mejor dicho, a una filosofía conocida como "Il dolce far niente", que significa lo dulce de no hacer nada... en donde se nos invita directamente a disfrutar de este preciso instante, dándonos la posibilidad de conectar con ese espacio de silencio.
¿cómo aplicarlo en lo cotidiano de la vida? intentando buscar un momento, en el que podamos hacer nada y dedicarnos unos instantes, por ejemplo, a tomar unos mates en el patio, en el parque o bien, disfrutar de un café y simplemente dejar que suceda, que aparezca ese silencio... tan reparador.
¿beneficios? permite reducir el estrés y estados de ansiedad, nos ayuda a mejorar la concentración, a desconectar de la tecnología y de las preocupaciones, al menos, por unos instantes y así, descubrir el encanto de la simpleza de la vida.
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